CARACAS.- Fueron tres días, pero a Alfredo Di Stéfano le pareció que el sorprendente secuestro que sufrió en Caracas duró tres años. En la capital venezolana ya no existe el hotel Potomac, donde se inició el drama el 24 de agosto de 1963, y los captores están convertidos en abuelos retirados, pero el capítulo no se olvida.
“Por más de 40 años he cargado con esta cruz”, confesó años atrás el jefe del grupo de secuestradores, Paul del Río. “A veces me fastidio de contarlo. Lo que llamó la atención fue que no hubo violencia, él nunca se sintió amenazado, se dio cuenta que estaba frente a unos jóvenes idealistas”.
Di Stéfano no recordaba el episodio de forma tan amable. “Pensaba que en cualquier momento venía uno y me pegaba un tiro”, señaló en sus memorias. Aquella mañana de agosto, Del Río se hizo pasar por un agente de la policía que llevaba a cabo una investigación de narcóticos.
Al ver que el futbolista, entonces de 37 años, intentó resistirse lo amenazó con esposarlo. Luego lo bajó de la habitación junto con un compañero y una vez dentro del coche le vendó los ojos. Hasta ese momento no le informaron que se trataba de una operación de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), la guerrilla urbana.
“Él mismo hizo el menú de la comida, jugamos dominó y ajedrez y le permitimos ver televisión”, explicó Del Río, que recordó que le permitieron seguir por radio las incidencias del partido de Real Madrid y el Sao Paulo en el estadio Olímpico, desde donde sus compañeros le enviaron saludos.
Tras tres días Di Stéfano fue liberado. “El trato fue siempre cordial”, confesó quien no se llevó un buen recuerdo de Venezuela. “Los tres días me parecieron tres años y ahora, cada vez que veo un secuestro, pienso en lo que me pasó”, recordó. “Así habrá sido el escándalo que más de 40 años después la gente sigue interesándose en los detalles”, constató risueño Del Río. (DPA)